Aquel árbol gigante ...


Que bonita la niñez, que bonita la escuela, que bonita esa época de colorear, de pintar...de dar colores a tu imaginación, de mirar las cosas bonitas, de color clarito como el cielo, como el mar, como la arena de la playa, como la transparencia de un rio, con la calidez de una sonrisa y con la tibieza de una mirada.
Cuando somos pequeños, dibujamos con detalles, con colores vivos, con señales de estar felices, con las ganas de tener la ilusión a flor de piel, pero sin saberlo, que es lo mas bello...¡¡¡ esa inocencia !!!.
A mi en particular me gustaba dibujar casas con techitos rojos, paredes bien coloreadas, y con garage al lado, y una casita donde dormirìa el perro, además árboles a los lados, frondosos, y con raices bien marcadas..., ¡¡¡ ahhh !!!, y un caminito laaaaaargo, tipo carretera de pueblo, por donde pasan carros y levantan polvo, así eran mis dibujos.
Existen veces que no sabemos distinguir entre realidad o imaginación, porque la edad no nos permite, ver mas alla de lo conocido, como dice mi blog. Cuando somos niños solo vemos lo que queremos, lo que nos gusta, lo que nos satisface, por eso es que dibujamos cosas así, con imaginación agradable o perversa, porque también puedo decir que existen niños perversos, que reflejan lo que llevan dentro, en forma macabra y no es para hacer daño, sino mas bien en símbolo de gritar un S.O.S. al mundo, a la sociedad, a la familia, muchas veces sin respuesta, muchas veces sin ayuda, muchas veces sin atención...pero con la firme convicción que un dia crecerán y que ahí seguirán, en una lucha eterna.
A medida que crecemos, vamos viendo, como nuestra familia llega a formar parte de un árbol, que llamamos genealógico. Es la posición que tenemos cada uno de los miembros de la familia y el parentesco. Ese árbol puede ser grande o pequeño, según nuestra historia.
El árbol de mi familia era gigante, ya se ha reducido pero igual sigue siendo un árbol. Y lo mejor de todo que da sombra, frutos, y anida .
Desde que tengo uso de razón, en mi vida había un árbol grande, que con el tiempo fue dando paso a niditos, niditos que llegaron a formarse y así tuve mis hermanitos, mis amiguitos, mis hijitos y todo lo que conlleva, relaciones afectivas. Ese árbol gigante era mi mamá.
Hoy no está pero sus raices son profundas y su follaje frondoso. Y creo que es el árbol perfecto para acobijar del frio, del sol, de las tempestades, y su tronquito duro, para recostarse o apoyarse y saber que podemos contar con ella, aún en la eternidad...Chao.

0 comentarios:

Publicar un comentario