Un secreto muy particular. ¿ Cómo ser feliz ?...


Dijo alguien alguna vez que la felicidad no existe, yo digo que eso es mentira, tambien dijeron que la felicidad cuesta mucho, esa frase talvez la compro, porque es feliz aquel que mantiene vivo su amor por el prójimo y por el mismo.
Podemos ir caminando de la mano con la felicidad, por una senda interminable, y eso no quiere decir que la felicidad no exista, mas bien podríamos tomarlo como una hazaña, un logro, un evento muy particular, que nos hace transitar en paralelo, y con la firme convicción de que a cada instante somos y seremos felices, según nuestra conducta.
Cada vez que damos amor, compañía, comprensión, consuelo y esperanza a algún ser semejante a nosotros, o por qué no?, a mascotas y plantas tambien, ahí es cuando somos felices.
Existe una historia por ahí, donde yo veo que la felicidad está bien marcada, y además nos enseña que nunca desprecies los momentos lindos y agradables que nos brinda la vida.

UNA HISTORIA PARA RECORDAR:

El anciano ingresó lentamente en el restaurante. Con la cabeza inclinada y los hombros inclinados hacia delante, se apoyaba en su confiable bastón con cada pisada lenta.

Su desaliñado abrigo de tela, pantalones parchados, zapatos desgastados, y cálida personalidad le hacían sobresalir en medio de la acostumbrada multitud de quienes desayunaban el sábado en la mañana. Inolvidables eran sus pálidos ojos azules que centelleaban como diamantes, grandes y rosadas mejillas, y labios delgados mantenidos en una cerrada y firme sonrisa.

Se detuvo, volteó todo su cuerpo y guiñó el ojo a una niñita sentada junto a la puerta. Ella le devolvió una gran sonrisa. Una joven mesera llamada María le vio dirigirse hacia la mesa junto a la ventana. María corrió hacia él y le dijo: "Aquí, Señor. Permítame ayudarle con esa silla".

Sin decir palabra, él sonrió y agradeció con la cabeza. Ella alejó la silla de la mesa y, afirmándolo con un brazo, le ayudó a colocarse frente a la silla y a sentarse cómodamente. Entonces, ella le acercó la mesa y colocó su bastón contra ella donde él pudiese alcanzarla.

Con una suave y clara voz, él dijo: "Gracias, Señorita. Y que Dios la bendiga por su bondadoso gesto". "Gracias, Señor", contestó ella. "Y mi nombre es María. Vuelvo en un momento y, si necesita algo entretanto, ¡tan sólo hágame señas!"

Tras de terminar su generosa porción de panqueques, tocino y té de limón caliente, María le trajo el cambio de su cuenta. Él la dejó en la mesa. Ella lo ayudó a levantarse de su silla y de detrás de la mesa, le dio su bastón y le acompañó a la puerta principal. Manteniendo la puerta abierta para él, ella le dijo: "¡Le esperamos de vuelta, Señor!" Se volteó con todo su cuerpo, gesticuló una sonrisa y cabeceó agradecido. "Ud. es muy bondadosa", dijo suavemente.

Cuando María fue a limpiar su mesa, casi se desmayó. Debajo de su plato, ella halló una tarjeta de presentación con una notita escrita en una servilleta. Bajo la servilleta había un billete de cien dólares. La nota en la servilleta decía: "Querida María, la respeto mucho y Ud. se respeta a sí misma también. Es evidente por la manera en que trata a los demás. Ud. ha hallado el secreto de la felicidad. Sus gestos bondadosos brillarán a través de los que le conozcan".

El hombre que ella había atendido era el dueño del restaurante en el que laboraba. Esta fue la primera vez que ella o alguno de sus empleados lo habían visto en persona...

Yo observó que la moraleja del cuento es que, jamás sabrás quien es cada persona en realidad, ni siquiera estando el dia a dia con ella, por eso es mas práctico y necesario,es ir por la vida con el MAXIMO DEL RESPETO hacia los demás. Y sin el reproche gestual o hablado, de si eres mejor o peor que otro. He ahí el secreto de la felicidad...Chao.

0 comentarios:

Publicar un comentario